Componentes de la expedición: Antonio, Mariví, Goyo, Elisa, M. Ángel, Ángel, Conchi
C., Mayela, Michele, C. Felipe, Rocio, Fernando, la perrita “Trufa”
El fin del curso escolar se alía con el cansancio y las obligaciones familiares. Se barrunta una “desbandada” de los componentes del grupo de “alta Montaña el Faro”, porque “está todo el pescado vendido”, según el argot estudiantil, y la “evaluación continua”, con sus correspondientes calificaciones, para satisfacción de M. Ángel, ya ha sido efectuada.
Según “el tablón de anuncios”, las
calificaciones han sido BUENAS, se ha superado el 85% de aprobados que exige la FDMESCYL , gracias a la
benevolencia de la “Junta evaluadora” formada por nuestros guías Antonio y
Mariví. Han tenido en consideración: el
esfuerzo realizado, el tono comedido de las críticas, la rápida
incorporación en las caídas, el correcto
equipamiento, la pronta
y voluntaria aportación de “manjares” variados…. Y, sobre todo, han aceptado los “justificantes” de las faltas
¿ justificadas?, por eso:
Goyo, Elisa, M. Ángel, Ángel, C. Felipe, Rocio,
Fernando, la perrita “Trufa”, la perra “Blaky”, Cloti, Cristina, Mª Eugenia, Mª
Luisa, Julio, Nicole…
Desgraciadamente, se
ha producido un caso de “abandono”, los arrumacos a la “minina” no lo consideraron “falta justificada”. Y un “suspenso” a Elena, nuestra
presidenta, por el alarmismo social que
han producido sus sonados “escaqueos” y
por haber privado a “H” del solaz y la
libertad a la que tiene derecho. Y
un caso de, “pendiente del último
ejercicio” el de Michele.
Con respecto a los “guías”, los componentes del grupo
los califican de “EXCEPCIONALES” por
su paciencia, por sus “piadosos” engaños, por los itinerarios escogidos, por
haber “iniciado” a Blaky en la
comparsa…. y porque no quieren que nos quedar huérfanos en el
próximo curso, ni que les envíen “sustitutos” de media jornada…
Por lo anteriormente expuesto, con el
fin de conseguir nuevos “alumnos/as” para el próximo curso, dar la oportunidad de “examinarse por libre”
a las personas que lo deseen y de aprobar a los calificados “negativamente”, se
programa, para el día 14 de Junio, una ruta con el siguiente itinerario: TORRESTÍO- LA FARRAPONA- LAGOS
DE SALIENCIAS- LAGO DEL VALLE. Por el entorno natural de Somiedo, con tiempo
aproximado de recorrido de 5 h. y con dificultad FACIL
A la cita acuden, aparte de los/as
acostumbrados, dos compañeras que deciden “examinarse” POR LIBRE: MAYELA y CONCHI C. y MICHELE que no quiere irse para Irlanda con esa tacha
en su envidiable expediente.
¿¿ LO
CONSEGUIRÁN??
Desde el pueblo de Torrrestio, en la alta Babia Leonesa (1360 m .),
iniciamos, en una mañana soleada y con temperatura apropiada para caminar, la salida. Tomamos, a la salida del
poblado, la amplia y polvorienta pista de
montaña que sube al alto de la Farrapona.
El color rojo chillón
de su suelo contrasta con el verde amable de los prados que la escoltan.
Desde el pueblo de Torrrestio, en la alta Babia Leonesa (
La subida era suave, comparada con la
que hay que hacer para ascender a las colosales “Ubiñas” que por la espalda nos
vigilaban, pero larga y constante lo que
provocó los primeros descuelgues y
los rubores mañaneros, celosos de la
superficie.
Mayela, al llegar al alto de la Farrapona , después de
caminar 4 Km
en una hora, protestó:
-¿Por qué no cogimos el “funicular”?
Miguel A., socarrón, le contestó:
- Nunca me has
creído cuando te hablaba de los
sufrimientos que la montaña entraña, así
que, ahora, sigue los procedimientos establecidos y ¡quéjate! a Antonio.
Menos mal que el frescor del agua y el majestuoso e
inesperado paisaje que, al asomarse al mirador, vio, apaciguó su exaltado ánimo…
Desde el alto de
-¡No os preocupéis, ¡no se trata de imitar a los niños que compiten por ver quién es el que llega más lejos con la meada… – dice Ángel-. Solo se trata de ver quién llega con una piedra a hacer gorgoritos en la superficie de lago.
Esta aclaración tranquilizó a algunas e, incluso las más fatigadas, se pusieron a
ello.
Intervinieron Antonio y Goyo que hicieron saltar las
aguas del lago, las cuales tuvieron durante muchos años el color rojizo que le
proporcionaba el mineral de hierro extraído de la mina de Santa Rita.
Lo intentó Mayela, pero la piedra se le pegó a la
mano. Ángel, intrépido, la increpó:
-Mayela ¡hay
que soltar la piedra¡
Probó Mariví, pero la ligera piedra,
imprevisiblemente, salió despedida en dirección contraria y casi alcanza la cabeza de Miguel A.
Miguel A., entre dientes, musitó:
Dejando
reposar las irisadas aguas del lago La
Cueva , continuamos por
la “pindia” pista que asciende en
zig-zag y que nos condujo, en poco
tiempo, hacia el lago de Calabazosa o Negro, llamado así por las sombras que
producen sobre él las montañas que lo rodean. Desde la cima admiramos las aguas
azul cielo de este lago, el mayor de los tres, que ocupa la depresión de una
gran dolina excavada por disolución de la caliza e impermeabilizada después del
depósito de sedimentos glaciares.
Con el fin de visitar todos los lagos, torcimos a la
izquierda y, subiendo por un estrecho sendero, ascendimos a un pequeño collado,
desde el que ya avistamos el lago de Cerveriz, situado bajo las laderas
septentrionales de los picos Albos y que se identifica, fácilmente, porque un
muro de gris cemento embalsa sus mansas aguas. Sentados en las blancas rocas,
descansamos nuestras debilitadas piernas y repusimos las maltrechas fuerzas con
un frugal aperitivo.
Volviendo sobre nuestros pasos, nos
adentramos en la verde vega de Fresneo. Caminando por el alfombrado suelo salpicado
de diseminadas y albas rocas que se entremezclaban con las tiernas florecillas
amarillas, fuimos descubriendo un bucólico paisaje. A un lado, mansos rebaños de ganado ovino pastaban
reposadamente. A otro, pardas
vacas, saciadas de la verde hierba, dormitaban a la solana rumiando
parsimoniosamente, mientras eran vigiladas por los ciervos cuya silueta se
recortaba en la lejana y elevada peña.
Después de una hora de tranquilo caminar, remontamos, desperdigadamente, una suave loma.
Después de una hora de tranquilo caminar, remontamos, desperdigadamente, una suave loma.
Mayela
y Conchi iban rezagadas y tuvieron la tentación de tumbarse en la mullida
hierba, pero Miguel A., previsor, las
adviertió del peligro:
-Cuidado
que aquí abundan las garrapatas que chupan la sangre a los animales y también os pueden picar.
-Si
es así - respondió Conchi- prefiero caminar hasta los confines de la tierra.
Con la sonrisa en los labios, alejando de su mente la fugaz tentación, consiguieron unirse al grueso del grupo y, juntos, nos asomamos a un promotorio conocido como LLomba Camayor desde donde se avista la impresionante Vega de Camayor, de suaves pastos subalpinos y pequeñas lagunas.
El impresionante paisaje que se divisa desde el promontorio, obnubiló la mente, deshizo el cansancio y animó a todos/as, sin pensar en el regreso, a continuar caminando por este idílico edén.
Siguiendo el
cartel y el dedo de Ángel que
indican el Lago del Valle, iniciamos, en fila india, un ligero descenso
por un angosto sendero que nos condujo a una elevada peña bordeada
por un frondoso huerto de flores amarillo – chillón que exaltaron nuestro ánimo.
Desde la peña se divisaba el último lago, el
Lago del Valle. Éste tiene una capacidad de 2.000.000 metros cúbicos ,
se encuentra dentro de un circo montañoso donde destacan Los Picos Albos al
oeste, y alimenta las centrales hidroeléctricas de La Malva y La Riera. Se trata del lago
más profundo de Asturias y posee, en medio, una paradisíaca isla. Desde este punto
también pudimos ver las verdes praderas y el recto y blanquecino camino que conducen
al pueblo de Valle de Lago.
Torciendo a la izquierda de la peña, emprendimos un fuerte descenso para llegar al lago. La pindia bajada por el estrecho y rocoso sendero, se convirtió en ardua y peligrosa. El grupo se diseminó, quedaron rezagadas Mayela y Conchi, que escoltadas por Fernando y Ángel, se deslizaban, con mucha precaución, pendiente abajo. Olvidándose de la belleza del entorno, empezaron las dudas ….., oscuros nubarrones asomaron a sus mentes….
-Dónde vamos a dormir hoy ¿Mayela?- preguntó con voz tenue Conchi.
Torciendo a la izquierda de la peña, emprendimos un fuerte descenso para llegar al lago. La pindia bajada por el estrecho y rocoso sendero, se convirtió en ardua y peligrosa. El grupo se diseminó, quedaron rezagadas Mayela y Conchi, que escoltadas por Fernando y Ángel, se deslizaban, con mucha precaución, pendiente abajo. Olvidándose de la belleza del entorno, empezaron las dudas ….., oscuros nubarrones asomaron a sus mentes….
-Dónde vamos a dormir hoy ¿Mayela?- preguntó con voz tenue Conchi.
-Dónde
va a ser, en casa – respondió resuelta Mayela
-Yo
no sé si podré llegar al lago estoy muerta – replicó Conchi.
-Lo
importante es llegar al lago – argumentó Mayela- después, si no podemos
continuar, buscaremos refugio en uno de esos chozos que se ven en la vega y
dormiremos ahí.
-Sí…sí,
dormir…,dormir, en eso voy pensando yo- balbuceó Conchi.
Entre tanto, Ángel y Fernando abrían paso entre los floridos brezos del sendero y, aunque sonreían, comprendían la desazón de las fatigadas compañeras.
Arribó
el grueso del grupo, a la ribera del lago, a las 2,30, hora prevista. Incluida
Michele que, como no era la primera vez que nos acompañaba y sabe cómo nos las
gastamos cuando entran las prisas, se introdujo en la mitad de la fila para no
ser descolgada.
Las
descolgadas, con sus centinelas, llegaron, abatidas, un poco más tarde, a las
2,45 h.
Reunido
de nuevo el grupo, a la vera de las aguas azul turquesa del lago, sacamos los bocatas y los comimos con
fruición.
Olvidándonos
de las garrapatas, excepto Miguel A.
que, siguiendo el refrán de “ más vale prevenir que curar”, buscaba el
asiento de las albas rocas, nos tumbamos
en la esponjosa hierba y repusimos las maltrechas fuerzas. Unos aprovecharon la
sombra de las salgueras, otros buscaron el cálido sol de la tarde.
Mientras
comíamos y holgábamos, unos mandaban mensajes, otros, taciturnos, cavilaban, los
demás, enterraban la monarquía por irracional y anacrónica y restablecían la III república. El tiempo,
silencioso, se fugaba.
Los
expertos consultaron el GPS, valoraron las posibilidades y decidieron regresar
por una nueva ruta con el fin de rebajar el tiempo de la ida y disminuir la dificultad de
la larga ruta.
Dejando a nuestras espaldas el apacible lago, ante las recelosas miradas Conchi y Mayela que fueron encajadas en la mitad de un estirado bocadillo, emprendimos una empinada ascensión por los canchales de una enaltecida montaña. Con paso firme y sereno, conducidos por una impaciente Mariví, tomando aire cuando el resuello faltaba, alcanzamos, juntos, la cima.
Mayela y Conchi, incrédulas de su proeza, se animaron y siguieron al resto del grupo, que precedidos por Trufa, caminaba por un marcado sendero que por media ladera conducía a un solitario y apacible valle.
Dejando a nuestras espaldas el apacible lago, ante las recelosas miradas Conchi y Mayela que fueron encajadas en la mitad de un estirado bocadillo, emprendimos una empinada ascensión por los canchales de una enaltecida montaña. Con paso firme y sereno, conducidos por una impaciente Mariví, tomando aire cuando el resuello faltaba, alcanzamos, juntos, la cima.
Mayela y Conchi, incrédulas de su proeza, se animaron y siguieron al resto del grupo, que precedidos por Trufa, caminaba por un marcado sendero que por media ladera conducía a un solitario y apacible valle.
Atravesamos
el valle y, de nuevo, se inició el ascenso, menos mal que, a media pendiente,
Trufa cogió el rastro de un numeroso grupo de corzos que en lo alto de la peña
pastaban y nos vigilaban. Sin pensárselo dos veces y sin hacer caso de las voces de Fernando,
voló por riscos y peñas y dispersó a sus asustados enemigos. Cumplido el
objetivo, descendió sofocada pero satisfecha de su hazaña y, sumisa, aguantó la
implacable reprimenda de su dueño. Mientras observábamos, ensimismados, la
proeza y el comportamiento de la
adolescente perrilla, dio tiempo a las que venían haciendo “la goma” a reunirse
con el grupo y a descansar.
Animados porque ya era el último repecho, continuamos con la ascensión y llegamos a la cumbre de un pico, vecino de los Albos, que tenía2013 m de altitud. Las “novatas” no se lo podían creer.
Animados porque ya era el último repecho, continuamos con la ascensión y llegamos a la cumbre de un pico, vecino de los Albos, que tenía
En la cumbre, nos dimos un ligero receso y, después de avistar en el fondo del valle el lago de Cerveriz, comenzó bajada.
La mayoría del grupo, curtido por las
proezas de todo el año, hacía un descenso veloz saltando de peña en peña porque
la bajada era por roca pelada. Conchi y Mayela, más cautas, asentaban sus
cansados pies en las inseguras rocas y descendían, sin protestar, guiadas por
unos y por otros, a su ritmo.
Ya cerca del lago, cuando la pendiente
era más pronunciada y había que echar mano a las rocas para asegurar la pisada, Conchi, solitaria y ensimismada, pensaba:
- ¡Estoy rendida¡ ¡Vaya día¡ Tanto
madrugar para, encima , soportar esto. A mi edad, no puede pasarme esto. ¿Cómo me he
dejado engañar? ¿ Por qué no me di la vuelta en la LLomba Camayor ? Con lo bien y descansada que estaría yo ahora en mi añorado Pajares, divisando
los amarillentos , pero accesibles oteros…¿Por qué me entró esta locura?.
¿Acaso pienso y piensan estos que soy una niña? ¡Qué placer pisar, a estas
alturas del año, la nieve¡ ¡Ay cuánta
razón tenía Arturo cuando me aconsejaba: no vayas a la montaña, no vayas…, no
vayas…Tú vete a la piscina…., a la piscina, que es lo tuyo, no a la montaña. Aunque
nunca se la voy a dar, ¡solo me faltaba eso! …. Virgen de los Desamparados ¡sácame sana y
salva de esta….¡ Se quejan los chicos de lo difícil que es la economía, de los balances, de los asientos……….¿qué saben
ellos de dificultad? Aquí los querría yo ver…….Para otro curso, se van a enterar estos insensatos montañeros….
Los voy a dejar pasmados, porque me voy a poner en plena forma desde
septiembre. Caminar…, caminar…., nadar …, nadar…., así un día y otro día y
otro……¡ Seré una ágil gacela!
Su monólogo fue interrumpido por las
voces del grupo que animaba a alzar la vista a las altas peñas para contemplar
un nuevo grupo veloces corzos. Con la cara desencajada, pero con mente en la
realidad presente y los pies en el suelo, Conchi continuó el descenso.
Cuando llegamos al lago Cerveriz, el ocaso del sol prendía fuego en el horizonte. Ya estábamos sobre terreno conocido y solo restaba subir el collado que separa el valle de Cerveriz de la vega de Fresneo.
Cuando llegamos al lago Cerveriz, el ocaso del sol prendía fuego en el horizonte. Ya estábamos sobre terreno conocido y solo restaba subir el collado que separa el valle de Cerveriz de la vega de Fresneo.
Haciendo el último esfuerzo, subimos,
contemplando las amarillas flores de los arbustos, el familiar collado.
En la rampa, Mayela, intentaba
acompasar sus vertiginosos pensamientos a los esforzados y lentos pasos.
Pergeñaba el cuento o historia que
narraría a sus niños para explicarles lo que había hecho este largo día…
Esto les contaría:
-
Érase, una vez,
una bella princesa de sonrisa rutilante y de larga
y agitanada melena azabache. Vivía, tranquilamente, en su confortable
casa de la ciudad, rodeada de sus risueños niños y de su cariñoso marido. Ella
pensaba que era frágil y quebradiza como un hermoso jarrón chino. Pero un día,
se compró unas botas negras que, aunque las ponía poco, cada vez
que las calzaba la incitaban a caminar…. y caminar, las bautizó como las
“trotamundos”. Así que, con el fin de saber a dónde la querían llevar, un
sábado de primavera, aprovechando el buen tiempo y la hermosura del campo, se calzó
las intrépidas “trotamundos” y, confiada, se dejó llevar….
No creía que podría llegar lejos. Pero,
para su sorpresa, no se amilanó y comenzó a caminar con las botas “trotamundos”
y dos bastones que servían de pértigas.
Recorrió, entusiasmada, valles salpicados de lindos y apacibles lagos. Transitó,
cansada, por verdes prados que
apacentaban a perezosas vacas. Saltó y saltó, asustada, para impedir que
las garrapatas que los poblaban se le
escondiesen en su suelta melena. Subió,
agotada, pindias montañas y avistó ágiles corzos que, como fieles soldados,
vigilaban las montañas. Pisó, incrédula, la oscurecida nieve primaveral de los
neveros. Descendió, desfallecida, por
escabrosos barrancos…
Al día siguiente, cuando amaneció en su
cama, sus piernas estaban doloridas, sus caderas parecían desencajadas…., pero estaba
feliz y contenta porque las botas “trotamundos” le habían descubierto paisajes de ensueño y un
admirable y puro mundo natural que
quería seguir conociendo y, sobre todo, le habían demostrado que PODEMOS, eso
sí, siempre que nos esforcemos.
Congregado el grupo en la pista que, después de 8 h de expedición
y 20 Km .
recorridos, nos conduciría al alto de la Farrapona , decidimos que cada uno, midiendo sus
fuerzas, recorriese la pista hasta la Farrapona a
su ritmo. Que, si alguien se encontraba con fuerzas, se adelantase, bajara
a Torrestío por un coche y subiese a
recoger a los más rezagados.
Marcado el objetivo, unos
comenzaron a descender la polvorienta
pista a paso rápido, otros a paso cansino, otros al trote …. Lo importante es que el objetivo se cumplió y a las 8,30 todo el
grupo, reunido, se encontraba en el bar de Torrestío bebiendo una
cerveza o un refresco y charlando con el joven y fornido ganadero, Jaime
Fuertes, alumno del I.E.S. Fernando I y vecino, los fines de semana de este
bello pueblo.
Cuando los lóbregos tules ocultaron el fulgor del día, degustamos una ligera y dietética cena en un bar de S. Emiliano y, para finalizar, la temida “Junta evaluadora” hizo públicos los resultados de la prueba para las dos compañeras que se “examinaban por libre” y para la compañera que tenía “pendiente” el último ejercicio.
CONCHI
C. Y MAYELA, por su espíritu de
sacrificio, por su valentía y pundonor:
¡HAN SUPERADO LA
PRUEBA Y PROMOCIONAN A 2º CON LA CALIFICACIÓN DE
NOTABLE!
MICHELE, por su perspicacia, fortaleza física y por haber
asimilado, con entusiasmo, nuestra lengua y nuestra cultura:
¡HA SUPERADO LA
PRUEBA Y PROMOCIONA A 2º CON LA CALIFICACIÓN DE
SOBRESALIENTE!
Con el regocijo y aquiescencia general,
se FELICITÓ a las examinandas y se las animó a formalizar su “inscripción”
en el grupo para el próximo curso.
Como las cortinillas oculares comenzaban
a cerrarse, nos despedimos y dejamos pendiente la celebración de las calificaciones
para el día 27 en Valencia de D. Juan.
C.
Felipe