lunes, 3 de noviembre de 2014

RUTA 2/ 2º curso PEÑA UBIÑA Fecha: 27-09-2014


Componentes de la expedición: Antonio, Mariví, Goyo, Elisa, M. Ángel, Mª Eugenia, C. Felipe


         Los “dioses del tiempo” atendieron los deseos expresados en la última crónica y, tal y como estaba previsto, el sábado 27 de septiembre, con un tiempo espléndido para la “marcha”, iniciamos la subida a Peña Ubiña.

         A las 9 de la mañana,  cuando  llegamos a S. Emiliano, el sol, perezoso, se quitaba las legañas y se asomaba, lánguidamente,  por entre las  cumbres que cercan el pueblo.



 La verbena y resaca de la última noche mantenían, aún, al pueblo adormecido.

         Aunque el cielo estaba despejado y lucía un azul intenso, el  + 1º que marcaba el termómetro animaba a abrigarse mientras esperábamos la apertura del  bar  para beber el calentito café mañanero.

         Reclutados todos los componentes de la marcha y felicitándonos por la incorporación y valentía de Mª Eugenia, nos encaminamos  a la localidad de Pinos, señero pueblo de nuestro compañero J. Enrique, al que recodamos y deseamos que D.E.P.

         Desde Pinos, pertrechados con el equipamiento y avituallamiento adecuados para una larga jornada, iniciamos  la partida, a las 9,45 h., por un amplio camino terrero, flanqueado por los, todavía, verdes árboles,  que con subida progresiva nos llevó hasta el refugio de Meres o (Mieres). Desde  allí pudimos vislumbrar, a lo lejos, la Peña Ubiña Pequeña  y observar a sosegados  y  pardos   animales aprovechar los incipientes pastos de otoño .



         Corto receso y continúa la ruta por una reverdecida alfombra salpicada de claras y heterogéneas  rocas.




De pronto, un pequeño macizo de albos riscos, cuya trepada fue el aperitivo de lo que nos esperaba, interrumpió el plácido camino y nos  reveló el “monstruo” al que pretendíamos atacar.

         Con paso seguro, atravesamos el valle despoblado de animales que nos fue acercando a la base de la ciclópea  cumbre. Según nos íbamos aproximando,  el camino se empezó a erguir y, con paso reposado  y mucho arrojo, alcanzamos las rocas y la senda que nos llevaría a la cima.





Unos minutos de sosiego para beber agua, tomar aire y emprendimos la pindia  y peñascosa pendiente.






Aunque la senda era constreñida, en esta ocasión, era transitada por un número inusual de escaladores de todas las edades, aunque según Goyo, nuestra expedición era la señera en la edad . Pero como lo que importa es el espíritu…., unas veces, sorteando las rocas, otras veces, arremetiéndolas con tesón y pellizcándolas para poder dar la siguiente zancada, ascendimos, ascendimos hasta alcanzar la cresta, eran las 13,30 h..








¡¡¡ La sonrisa de  satisfacción de la incrédula Mª Eugenia eclipsó el sol¡¡¡

         - ¡¡¡Victoria¡¡¡ - susurró Mº Eugenia suspirando

Desde esta cima de 2.417 metros  pudimos contemplar un maravilloso panorama.: Babia, a nuestra izquierda, una inmensa llanura  verde rodeada de montañas y salpicada de decenas de pueblos: Pinos, S. Emiliano, Torrebarrio, La Majúa, Villargusán, Torrestío y la subida a la Farrapona… Y, más alejado, el valle de Omañas. A la derecha, el pueblo asturiano de Tuiza y, alejadas,  peñas emblemáticas como las Tres Marías, Correcillas, el Cibernal…



Buscando  el resguardo de las rocas y el calor del sol, comimos nuestros apetecibles bocadillos, bebimos el café y alguno fumó su ineludible cigarrillo.











Repuestos del esfuerzo de la  subida, después de la  foto familiar de rigor en el mojón de la cumbre, emprendimos  un prudente descenso, agarrando, de nuevo, las peñas para evitar los despeñamientos y proteger las maltrechas rodillas. A las 3,30 h., en la falda de la montaña, mientras cogíamos resuello,  se  celebró la temida asamblea para  organizar la jornada vespertina y, como algunos ya habían vivido la aventura de subir a continuación la Peña Ubiña Pequeña, se decidió subir al Cerro Cerreos.




Para no perder altura, emprendimos un descenso trasversal sorteando puntiagudos cardos y  abruptos canchales   que nos acercaron a la falda del Cerro Cerreos.



Felipe, ya cansado de la doble jornada, preguntó:

- ¿Cuando se acaban las “marchas” de bocadillo?

-         Yo creo que esta es, afortunadamente, la última -contestó  Miguel Ángel.

- No os hagáis ilusiones – replicó Antonio- todavía queda  subir al  Collado Jermoso.

-         Esa es larga y dura y, si queremos hacerla en el día, hay que aprovecharlo- machacó Mariví.

- Si nos fiamos de estos, nos matan – musitó Goyo

Cambiando de tema, añadió:

-         ¿No os parece que es necesario renovar la plantilla de expedicionarios? No sé si os fijasteis, pero en la senda de Peña Ubiña  parecíamos los del INSERSO.

-         Pues este año han llegado al Insti unas cuantas chicas  jóvenes, atléticas, guapas… y algún chico que…. –comentó la callada Elisa.

-         No se hable más, - sentenció Goyo - Miguel Ángel, con la ayuda de Ángel, cuando  acabe con las monsergas de los cumpleaños, la recogida del pimiento y demás zarandajas…, será el encargado, además de concertar el lugar del  manduque, de hacer nuevas conquistas para renovar la plantilla.  No podemos soportar la nueva temporada con una plantilla  en la que unos están jubilados y  otros ávidos de jubilación. ¡Vamos a ser el hazmerreír de las montañas¡

Y como la nueva pendiente, aunque más facilota  que la “Ubiñona”,  cortaba, de nuevo, el resuello,  dejamos de conversar y nos centramos  en la nueva ascensión , con  Peña Ubiña vigilando nuestra sudorosa espalda.

 En media hora, llegamos a la cumbre de la fortificada Peña de Cerreos  (2104) m. Allí conversamos con 3 asturianos, amantes de la República, la pasada y la futura, que nos hicieron la foto  y nos explicaron cuáles eran las peñas más importantes, y casi impracticables, del Macizo de las Ubiñas, desde la vertiente asturiana: El Siete, Los Castillines, el Portillín, Los Fontanes, Peña  Rueda, La Mesa; Alto de la  Cobertoria



         Después de observarlas trincheras de Cerro Cerreos,  emprendimos el descenso por la vertiente sur. Fue un descenso duro porque las rodillas, en ocasiones, ya fallaban y porque las peñas de los canchales eran inestables y, sin aviso previo, se deslizaban, pendiente abajo, con peligro para los más avanzados. Pero pudimos ver “in situ” las “casamatas” y refugios “antiaéreos” que los republicanos miembros del afamado Batallón Alpino o Batallón 220 'Gordón Ordás', integrado fundamentalmente por montañeros de Gijón construyeron para defenderse de los  nacionales.






           Recorriendo, de nuevo, los alfombra verde de la mañana, con el sol jugando con nubes de tormenta que empezaban a dibujarse en el cielo, llegamos  a la fuente de Mieres (Meres). Rellenamos de fresca agua  nuestras secas cantimploras y, por el camino terrero matutino, regresamos a Pinos, eran las 7,30 h.



Rápido cambio de calzado y, subiendo a los coches, corto trayecto hasta S. Emiliano para poder tomar una merecida  y refrescante cerveza después de 9 h de intensa caminata.

Mientras tomábamos la cerveza, nos dio tiempo a concretar futuras expediciones:

Día 3 de octubre: Peña Galicia, ruta fácil, para facilitar la renovación de la plantilla.

Día 18 de octubre: Cerro Hermoso, para complacer a Toño, a ver si se anima, y para compensar el “mono vertical” de nuestros tutores-evaluadores: Antonio y Mariví.

                                                        C. Felipe
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C.: La 

1 comentario:

  1. Tengo una tarjeta de cumbre, de hace años, vuestra. Si me dais una dirección tendré el gusto de eviarosla. Un saludo.

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