viernes, 25 de abril de 2014

RUTA 10 EL FAEDO DE CIÑERA Fecha: 1-02-2014

Componentes de la expedición: Antonio, Mariví, Goyo, Elisa, M. Ángel, Ángel, Cristina, Mª Eugenia,  Mª Luisa, Julio, Clotilde, C. Felipe.
  

         Ataviados como las circunstancias exigían, con pesadas e impermeables botas de montaña, polainas multicolores, cazadoras rojas, verdes, amarillas, moradas… , gorros protectores del frío y mullidos guantes, nos sacamos la rutinaria foto de salida en las desiertas y dormidas calles de Ciñera y asiendo los brillantes bastones comenzamos la marcha.

         El tibio sol de la mañana nos saludaba y acompañó por la  entablada y cómoda senda que discurre por el hayedo semidesnudo, bordeando el serpenteante arroyo que atraviesan coquetos puentes.


          En algunos tramos umbríos, una  matutina y gélida capa de “azúcar glas” convertía  la vereda en una veloz pista de patinaje. Esto  nos obligaba a transitar por el borde de tierra pantanosa, sembrada de ocres hojas en putrefacción o tantear el peligro, como  ciegos con su bastón.



         El titubeante andar nos llevó hasta una asombrosa haya “Fagus”, conocida por su chocante forma y su sorprendente longevidad, aproximadamente, de 500 años.



Los vestidos de terciopelo verde que tapaban los anchos troncos y los contorsionados y desmedidos brazos de las vetustas hayas contrastaban con el ocre ajado de las hojas perdidas que, ahora, alfombraban el suelo mezcladas con  nieve  mancillada.


A contracorriente de la ruidosa y caudalosa torrentera, el camino se va empinando y nos  conduce a la “Foz de Villar”. Desafiando los ásperos peñascos y sorteando los incómodos matojos, recorrimos el escarpado paraje  y llegamos al solitario pueblo de Villar del Puerto.

Después de un breve recorrido por la carretera, torcimos a la izquierda  y comenzamos a subir  por un camino que, por las huellas y excrementos, parecía  que frecuentaban los animales. La empinada pendiente que coronamos con esfuerzo, protegiéndonos del frío viento, nos condujo a un bucólico valle nevado en el que disfrutamos hollando la inmaculada nieve y saboreando un frugal aperitivo regado por el rosado vino de la tradicional bota de Ángel.






Oscuros nubarrones ensombrecieron el cielo y ocultaron el sol y en el descenso, cuando alcanzábamos el pueblo de Valle de Vegacervera, a parte del  huraño saludo de los perros, nos recibió una pasajera y  fría lluvia de algodones blancos que nos impulsó a buscar refugio en la veraniega casa de Javi Cuellar que, como era de suponer, estaba cerrada.


Dos Km. de descansado caminar por el asfalto hasta llegar, de nuevo, a Villar del Puerto y nuevo recorrido, ahora a favor de la corriente, por el hayedo de hadas y brujas que durante décadas fue el camino de los mineros que bajaban desde Villar a trabajar en las minas que rodean Ciñera.

El descenso es más cómodo que la subida y esto permite admirar, detenidamente, el asombroso paisaje, escuchar la sonora copla del agua y tomar espectaculares fotos en los puentes y cascadas.





Disfrutando del sol que vuelve a visitarnos, tomamos una cerveza en el minero pueblo de Ciñera y nos encaminamos a Vega de Gordón, a casa “Senen”. En el luminoso y espacioso comedor, disfrutamos de la sabrosa comida con la que nos deleitó, sobre todo de los garbanzos con bacalao que siempre recordará Ángel.

Si la comida resultó agradable, mucho más grata fue la sorpresiva invitación de Antonio que, para celebrar su inminente y deseada jubilación, en vez de subir descalzo a la ermita de S. Froilán, pagó la comida de todos. ¡ Gracias Antonio por el bonito detalle¡

¿Te eximirá, con este detallazo, S. Froilán de la promesa?

Y como de  sorpresas y emociones va la jugada, quisiera agradecer, en nombre de Antonio y Felipe, a la presidenta, la sorprendente convocatoria de la junta extraordinaria realizada el día 11 de febrero en el bar “la más bonita” para, supuestamente,  concretar el “logo” del grupo.

Gracias: Mariví, Goyo, Elisa, M. Ángel, Ángel, Cristina, Mª Eugenia,  Mª Luisa, Julio, Clotilde, Elena, Chema, Alfonso (espero que no se me olvide ninguno), POR LOS MAGNÍFICOS, INESPERADOS E INMERECIDOS REGALOS (al menos, por lo que a mi se refiere). OS DEBO UNA.

                                                                      C.Felipe            

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