lunes, 14 de abril de 2014

RUTA 11 EL “SUSARON” Fecha: 22-02-2014




Componentes de la expedición: Antonio, Goyo, Elisa, M. Ángel, Ángel, Mª Luisa, Mª Eugenia, C. Felipe, Clotilde, Julio


         Ensimismado en mis pensamientos, ajeno al murmullo somnoliento de la conversación de mis compañeros, envuelto en la tupida bruma que cubre el pico “Susarón” y que hace invisible el cielo, las rocas, el valle, el ampuloso pantano….. , pienso si ha merecido la pena el “madrugón” de las 7 de la mañana de un sábado  de febrero, los 60 Km. recorridos para llegar a Puebla de Lillo y las 2 horas de ascensión.


         Cabreado, lamento el error de la previsión meteorológica que auguraba un día brillante y soleado a partir de las 11 de la mañana y, aunque ya son las 12  horas, la niebla nos sigue envolviendo en la cumbre y ensombrece el, normalmente, risueño semblante de los compañeros.




         Mi paladar añora el dulce crepitar de las “orejas de carnaval” y el sabor aromático del café que a las 9,30 horas nos dio la orden de salida.

Mi mente, escucha las protestas de mis heladas piernas que, con agudas punzadas, avisan del cansancio acumulado por el lento ascenso.

               

 Primero siguiendo la torrentera que bajaba por la empinada canal de la montaña y a la que una  blanca sábana disimulaba las peñas y los abrojos. La nieve estaba esponjosa y no resbaladiza, pero esto no evitó que algunos de los eslabones de la tensa cadena nos fuésemos abriendo y distanciando del resto, antes de llegar al collado.

                       

              

                       

Luego, la subida se endureció y la blancura nívea del terreno se transformó en una sedosa gasa blancuzca que disimulaba las ocres rocas que, con pies de plomo, debíamos superar.




Absorto en estos pensamientos, el mentiroso sol me guiñó su ciclópeo ojo y espabiló mi apático ánimo.

Con la rapidez que mis entumecidas piernas me lo permitían, seguí el acelerado descenso de mis compañeros hasta conseguir infiltrarme, con ellos, en un desnudo y ondulante robledal.



Las huellas de oso, aunque los  expertos lo dudan, y  los revolcones  de Julio y Ángel, al intentar esquiar con los infantiles esquís que la “buhonera” Clotilde  llevaba en su mochila, me llevan entretenido por la lacrimosa nieve. Los intermitentes y fugaces destellos del torpe sol  evitan, con astucia, la pesada niebla , templan mi ánimo y me empujan a una amplia pista que, a las 4 horas, me conduce, de nuevo, a la plaza de Puebla de Lillo.


Anticipándose a sus dueños, Elena y José Mª, recibe al eufórico grupo el inquieto y risueño “H” que, con su refulgente color azabache, termina de deshacer la niebla y nos permite admirar, por fin, el majestuoso pico” Susarón”


A las15 horas, comida casera en el típico bar  “el Central”, excepto para Ángel al que una repentina indisposición lo condenó a volver precipitadamente, con Cloti, a León.

Miradas envidiosas a Julio que exhibe  una blanca y linda camiseta con  el “logo” del club que gracias a él tenemos. Saludos al “Jefe” de Secretaría, “el merengue”  J. Antonio. Encarecidas súplicas a la “presidenta”, que hoy nos acompaña en la comida, para que programe futuras expediciones y nos acompañe en ellas o supervise su ejecución.
                             

Después de una vista panorámica al pantano de Vegamián y al Susarón, desde el mirador,  ya que durante el día  habían  estado entretenidos  en jugar al escondite, café o chocolate, con “orejas de carnaval” en  Boñar  y feliz descanso.

                

¡Que el tiempo nos sea propicio¡


                                                                                              C. Felipe
        

        



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