Componentes de la expedición: Antonio, Goyo, Elisa, M. Ángel, Ángel, Cristina, Mª
Eugenia, C. Felipe, Julio, Nicole
Como dice el refrán: “El hombre propone y dios
dispone”.
Hoy nos habíamos propuesto subir el “Yordas”, pero el
repentino cambio de tiempo con previsión de lluvias y nevadas, después de 15
días de tiempo primaveral, hizo cambiar la ruta por una menos prominente y
ambiciosa, el “Cueto S. Mateo”.
A las 9,30, en la mañana fresca de marzo, con el día
intacto, el animoso caminar de los compañeros, todavía no gastado por la
fatiga, nos llevó por el borde de la carretera, sorteando enormes camiones y
presurosos coches de Vega de Gordón a
Pola de Gordón. Tres Km.,
efímeros como el eco de un disparo, que nos adentraron en una pista terrosa
iluminada por los tibios rayos del sol que holgazán se desperezaba.
El camino estaba expedito. Esta inacostumbrada
particularidad espoleó a los caminantes que, temerosos de quedar descolgados,
ascendieron presurosos los lacerantes repechos con los que nos encontramos.
Julio, se veía que estaba descansado porque se perdió
la subida a “Peñacorada”, encabezaba el grupo y no daba el mínimo respiro ni
para despojarse de la vestimenta invernal que empezaba a estorbar. Hubo que
hacerlo en marcha, a “matacaballo”.
Después de otros 3 raudos Km., conseguimos mesar las
“barbas” de una enorme y solitaria cabeza engalanada por un rocoso sombrero.
Los ralos pelos de la barba eran unos diseminados robles que cubrían su impúdica
desnudez con insuficientes hojas ocre-viejo. El resto de la cara estaba
arrugada y sucia y, en la lontananza, se apreciaba la concavidad vacía de un
ojo. Debajo del bombín rocoso solo se apreciaba una prematura alopecia.
Animosos, nos dispusimos a adornar el bombín rocoso.
La subida
empinada se hizo ardua, aunque fue facilitada por las arrugas marcadas por el
paso del tiempo y por los senderos de las trabajadoras “hormigas” que por ella
deambulan. Nicole que, en otras ocasiones, había apuntado dotes de ágil gacela
de los Cárpatos, tuvo que pararse a tomar aire en la subida antes de alcanzar
la umbrosa oquedad que le ha dejado el ojo perdido y que, según la tradición
del lugar, sirvió de refugio a S. Mateo.
Después de un corto receso en la cueva, nos subimos al
rocoso bombín a las 11,30 horas y
admiramos, tras una leve borrasca de tardía nieve, los diseminados pueblos y
picos montañosos que desde allí se divisaban: Peñacorada, Fontañan,
Correcillas, la Robla ,
Stª Lucía, Ciñera…
A las 12 h., iniciamos el descenso que también fue
rápido, aunque no tanto como la subida de un joven montañero que nos
encontramos subiendo a la carrera y que coronó la montaña antes que el grupo
culminara la bajada.
Ligero rodeo para encontrar el “señuelo” que buscaba
Cristina y para alcanzar la carretera que nos condujo a Stª Lucía. Allí, tras
unos sutiles estiramientos a la orilla
del Bernesga, disfrutamos de una refrescante cerveza en la remozada plaza de este pueblo minero.
Nuestro esfuerzo aún no había concluido, nos restaban
unos 3 km .,
entre Stª lucía y Vega de Gordón, que recorrimos siguiendo la carretera vieja y
el verde camino que discurría entre los huertos, aún yermos, y la inflexible
vía férrea.
Puntuales, nos sentamos, por 2 vez, en la acogedora
mesa redonda de “casa Senén”. La comida fue abundante y sabrosa, aunque a
Ángel le faltaron los garbanzos con
bacalao que tan grato sabor le habían dejado la pasada vez. La conversación fue
animada, aunque añorando la anunciada visita de nuestra “presidenta” que últimamente
no supervisa las expediciones, lo que provoca incipientes comentarios de
posibles movimientos de silla. ¿Le ayudará “H” a sofocar las previsibles
escaramuzas?.
En la sobremesa, se rememoran las últimas travesías a
través de las incipientes crónicas redactadas por Felipe y se decide hacer un
“blog” que se encarga de diseñar Cristina. También se anuncia una nueva salida
para el día 5 de abril, si es posible, a una cumbre nevada donde podamos
estrenar los “crampones” adquiridos.
Café de despedida en “la Venta la Tuerta” y porra del
Madrid-Barça.
¡¡¡¡ Que la suerte sonría a alguien¡¡¡¡
C.
Felipe
¡Qué bien os lo pasáis, colegas! Salud y... un fuerte abrazo.
ResponderEliminarPedro Caballero